Recuperamos para nuestra web, este artículo sobre Alice Guy que escribió Hayra en 2019, en el marco de la aparición de su libro «Filmografias». Uno de los grandes olvidos del cine, y hoy, una de las grandes reparaciones históricas.
UN ENCUENTRO INESPERADO CON ALICE GUY
Por Hayrabet Alacahan*
Desde enero de 2000 comencé a investigar, leer y buscar para recopilar e incorporar nuevos nombres de mujeres y hombres, para mi anhelado diccionario/enciclopedia de directores de cine que, desde entonces no dudé en bautizarlo como “Filmografías”. Fue como dar los primeros pasos hacia una meta imposible, pero dispuesto con toda convicción para intentarlo.
Mi objetivo era descubrir directoras y directores que no figuraban en diccionarios similares y editados en varios países. Sostuve mi meta durante los veinte años. En el transcurso del tiempo fui encontrando una enorme cantidad de cineastas que habían dirigido alguna vez, desde que los Lumière habían dado comienzo a la historia de cine en 1895.
Es inexplicable la magnitud de mi alegría con la aparición de nuevos e ignotos cineastas, con nombres impronunciables, y con filmografías insólitas de industrias cinematográficas de países inimaginables.
Me entusiasmaba cada vez más con el suspenso que me generaba cada nombre anónimo, como si yo fuera un detective persiguiendo el homicida y -a la vez- buscando el cadáver de su víctima.
Al momento de contar el registro de alrededor de 3500 directores de todo el mundo, tomé conciencia que recién estaba en los primeros escalones de una escalera interminable…
Y en uno de esos días, hacia fines de 2003, coincidió el encuentro con Alice Guy. Me topé con su nombre impreso no recuerdo en qué medio periodístico, con su filmografía magna… Era increíble lo que veían mis ojos, me sentí atrapado en un inmenso laberinto. En aquel momento, la escasa información virtual hablaba de una asombrosa obra con más de 300 títulos. Alrededor de 120 filmadas en Francia y el resto en EEUU. Hoy su filmografía supera los 450 títulos rescatados y/o descubiertos del manto del olvido.
Para ese momento ya contaba con varias filmografías, inclusive más amplias, pero todos eran de directores varones. Era la primera vez que descubría una directora con semejante trayectoria. Su nombre multiplicó mis anhelos, me incentivó más para insistir en mi diccionario de directores no conocidos, postergados y olvidados como Alice Guy.
Consulté con algunos críticos europeos, sobre todo franceses, casi todos me respondían que sabían poco o nada de ella. Excepcionalmente habían visto dos o tres de 300 películas. Todo me sonaba como una farsa, algo irreal, me costaba creer que el manto del olvido borrara porque sí a una inusual obra y a la historia de una directora.
Agregué su nombre en una lista enorme donde agrupaba los desconocidos y postergados de la historia de la cinematografía mundial y -obviamente- de mi conocimiento. Nombres que iba rastreando e investigando en todos los libros de cine, en los catálogos de festivales, en los programas de cine y de cineclubes, en mis archivos de recortes o navegando en internet. Cualquier posibilidad donde una sola frase me fuera útil -como una brújula- para allanar el objetivo. En ello invertí mi tiempo con mucho placer, no fueron para nada momentos perdidos.
UNA CIRCUNSTANCIA, UN DESTINO LLAMADO CINE
Desde 1895 y con la iniciativa de los hermanos Auguste Marie Louis Nicolas Lumière (1862–1954) y Louis Jean Lumière (1864–1948), el mundo entró en una vertiginosa carrera totalmente desconocida hasta entonces y bautizado como el séptimo arte: era el comienzo del cine como industria.
Los hermanos galos habían tenido la primera oportunidad el 22 de marzo del mismo año también en Paris, en un acto de la Société d’Encouragement à l’Industrie Nacional, donde proyectaron por primera vez “La sortie des ouvriers des usines Lumière à Lyon Monplaisir” realizado en solo tres días.
Los Lumière no quisieron hacer mucho ruido y prefirieron una sala pequeña ante un posible fracaso. Con un perfil bajo concretaron la primera función cinematográfica el 28 de diciembre de 1895, en el Salón Indio del Gran Café del Boulevard de los Capuchinos, ante 35 espectadores. Ese día pasaron varias películas de su autoría: “Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir”, “El desayuno del bebé”, “El regador regado”, “La llegada del tren” y “La demolición de un muro”, entre otras.
En la atmósfera parisina empezaban a sonar rumores a través de murmullos, susurros raros y misteriosos. Nadie se animaba a vaticinar nada sobre estas imágenes que -de repente- habían comenzado a moverse. Ni hablar de quien apostaría por el futuro del mundo llamado Cinematógrafo. Eso sí, ya se había dado el primer paso y se había largado una carrera -hasta se diría- casi inconsciente. Todos y cada uno en su estudio, en su taller o en su sótano (incluyendo los Lumière), insistían ‘dándole a la manivela’, silenciosamente y sin pausa.
EL OLVIDO COMO UNA FALLA IMPERDONABLE DE LA HISTORIA
Las bauleras olvidadas de la historia del cine están repletas de patrimonios perdidos. Pero por suerte -y cada tanto- aparece un obstinado buscador, descubriendo alguna huella, algún manuscrito, algún cuadro, alguna foto o alguna lata oxidada, abandonada en lugares inimaginables. Hoy existen datos y fuentes muy confiables para rescatar definitivamente del olvido la historia de esta mujer piadosamente admirable. Gracias a los trabajos de investigaciones e intensas búsquedas de varios autores, doblemente vale la pena en insistir y difundir -por todos los medios posibles- a Alice Guy como la primera propulsora de la industria del cine. Una reparación histórica, para ir corrigiendo no sólo los errores, sino las atrocidades de las injusticias. Tampoco es exagerado remarcar su lamentable e inexplicable anonimato en su país natal Francia.
Por ejemplo, Alison McMahan, la autora del libro Alice Guy Blaché: Una visionaria olvidada del cine, publicado en 2002, opina que “Alice llenaba muchos de los vacíos dejados en sus memorias”. Y también hace hincapié en los films de la directora que -por suerte- han podido sobrevivir.
No solamente por ser la primera mujer directora y por construir una filmografía colosal, sino también por ser quién experimentará e innovará con el color, la narrativa, los decorados, los efectos visuales y -lo más notable- porque siempre tuvo una postura firme ante la presencia de la mujer en el cine. Insistió sin tapujos en que no había nada en la dirección cinematográfica que una mujer no pudiera hacer tan bien como un hombre.
Autora de un texto escrito en 1913, titulado Woman’s Place in Photoplay Production, se manifestaba en contra de la exclusión de las mujeres en el mundo del cine. “Las mujeres son una autoridad en el campo de las emociones y son las reinas de los sentimientos, y por ende las mujeres son más adecuadas para realizar cine”.
ALICE GUY NATURALEZA VIVA
Alice Ida Antoinette Guy nació el 1 de julio de 1873, en Saint-Mandé, Francia. La menor de las cinco hijas del editor y escritor chileno Emile Guy, y su esposa Mariette, quién viajo a su país natal para el nacimiento de Alice, mientras su esposo atendía su negocio editorial.
El regreso de Mariette a Chile, junto a la recién nacida, duró poco. Los negocios de su marido estaban en una crisis total y en vías de quiebra. A eso siguió su fallecimiento. Acosada económicamente, no le quedaba otra opción que regresar a Paris y buscar maneras para sostener a sus hijas.
Alice Guy creció alucinada por el arte y la literatura, inculcada por su padre. Luego de finalizar sus estudios de secretariado en 1894, entró a trabajar en la Compañía General de Fotografía de Max Richard.
Un poderoso empresario Léon Gaumont (1864–1946), uno de los pioneros del cine de aquel entonces, se asoció con varias destacadas personalidades con el propósito de adquirir la compañia de Max Richard y convertirla a L. Gaumont et Compagnie en julio de 1895. Entre los convocados para la sociedad estaban: Henry Besnier, banquero y filántropo, Joseph Vallot (1854–1925) astrónomo y geógrafo y Gustave Eiffel (1832–1932) ingeniero civil, reconocido mundialmente por la construcción de la torre Eiffel en 1889, un proyecto gigantesco para la época.
Por lo tanto, Alice Guy siguió como secretaria de la nueva empresa que en sus comienzos fabricaba y vendía cámaras y proyectores de cine, y que había adquirido el invento a sus creadores, los hermanos Lumière.
Léon Gaumont llegó a mejorar la cámara de los Lumière, pero no tenía ni la menor idea sobre qué hacer con ella ni qué utilidad darle. La propuesta no tardaría en llegar a través de su joven secretaria, quién sugirió filmar pequeñas historias. Esto podría atraer a sus clientes que comprarían las cámaras y que ella estaba muy entusiasmada y bien dispuesta a intentarlo.
El empresario tras escuchar la propuesta y sin demasiado ánimo le respondió “Como tú quieras… para mí no es más que un juguete para niños…”, y accedió así a la propuesta pero condicionándola para que la cumpla solamente los domingos, para no descuidar su labor como secretaria durante la semana.
El empresario solo pensaba el aspecto comercial de su cámara, lo mismo que los Lumière, a pesar de ser pioneros y patentar el cinematógrafo en el año 1895. No pensaban ni les interesaba la parte artística. La joven Alice Guy sé entusiasmó y estaba predispuesta a experimentar su idea.
Así, en 1896 pudo filmar “La Fee aux Choux / El hada de los repollos” la primera película narrativa, semanas antes de que el genio Georges Méliès ingresará al mundo de la realización cinematográfica. La inventiva de Alice tuvo éxito y la venta de los equipos de la empresa tuvieron un auge notable.
Además, la flamante L. Gaumont et Compagnie -con muy buen olfato- no tardaría en lanzarse como productora de películas y acertaron con la idea. Mientras producían a terceros, su crecimiento iba a escala mayor. Ante ese crecimiento, no dudaron en ofrecer a Alice Guy que fuera la directora de las películas que producirían en adelante bajo el sello de la compañía.
Alice Guy -a sus 23 años- se convirtió así en la primera directora de cine de la
L. Gaumont et Compagnie, logrando el respeto por su inmensa capacidad para organizar y diseñar la coordinación necesaria para producir y dirigir. Cada día sorprendía más por su creatividad artística y técnica y por sus cualidades la designaron también como supervisora de los demás directores que se desempeñaban para Gaumont. Sus inicios fueron muy productivos y -desde 1896 hasta 1899- llegó a dirigir más de 60 películas, a través de proyectos ambiciosos y rodando dos filmes por semana.
Gaumont invirtió un elevadísimo presupuesto para “El nacimiento, vida y muerte de Cristo” dirigida por Alice Guy. Fue la primera superproducción de la historia -en 1906- de 30 minutos de duración (algo inaudito para la época) y rodada fuera de los estudios, en un bosque con numerosos decorados y más de 300 extras. Durante muchos años Victorin Jasset figuraba como el director de la película, tal vez por ser hombre y por ser más conocido que ella. No obstante, existen datos certeros de que Jasset solamente había colaborado en algunos pasajes en el rodaje y que hoy la película lleva la firma de Alice.
En el libro Women Filmmakers: A Critical Receptionella, de Louise Heck Rabi, anticipa que Alice ya era consciente de esto: “Ella se anticipó y dijo que los créditos de la dirección y la producción de sus películas serían falsamente asignados a alguno de sus colaboradores. Ella sabía desde el principio que su nombre, intencionadamente o no, sería omitido o ignorado o degradado en la historia del cine francés y del cine americano”.
Enviada por la compañía a Nimes, Alice Guy conoció Herbert Blaché (1882–1953), un camarógrafo ingles quién administraba las oficinas británicas y alemanas de Gaumont. Se casaron en 1907 y más tarde la pareja tuvo una hija y un hijo, Simone y Reginald Blaché.
El crecimiento de L. Gaumont et Compagnie era tan vertiginoso en casi toda Europa, que decidieron también probar suerte en los EEUU. La pareja fue enviada para establecer contactos de la compañia allí, donde el mundo del cine estaba en su jolgorio absoluto. Alice Guy antes de su partida, recomendó como su reemplazo a Louis Feuillade (1873–1925). Quien fuera uno de los más grandes directores de la era muda con más de 700 películas, que siguió en lugar de Alice, trabajando para la L. Gaumont et Compagnie.
ALICE EN EL PAIS DE SUEÑOS POSIBLES
Una vez radicada y logrando insertarse en la industria, Alice Guy creó su propia productora, Solax Company, en 1910. Luego en Fort Lee, Nueva Jersey, construyeron uno de los estudios mejor equipados de la industria. La Metro Goldwyn Mayer se había ocupado de la distribución de sus películas hasta 1918. Su producción abarcaba unas 325 películas, filmaba tres veces por semana, inclusive durante gran parte de su primer embarazo. Casi la totalidad de aquella producción cinematográfica llevaba la firma de Alice Guy como directora. Con el mismo entusiasmo encaraba todo tipo de contenidos y géneros, contratando las más destacadas estrellas del cine mudo. Su prestigio era abrumador.
Una de tantas películas para tener en cuenta de esa época es “A fool and his money” (1912), la primera película protagonizada absolutamente por negros.
En una nota aparecida en The Moving Picture News, en 1911, se resaltaba que Alice Guy Blaché, la primera cineasta de la historia, era un “Buen ejemplo de lo que una mujer puede hacer si se le da una oportunidad en la vida”.
El esplendor de su trabajo duró casi diez años. Por varios factores, sobre todo financieras, cambió la suerte y tuvieron que cerrar el estudio en 1919. A pesar de que fundara otras dos compañías, se hizo muy difícil competir con Hollywood. Era el ocaso de un proyecto independiente. Para colmo, la mala suerte también interrumpió su matrimonio, Herbert la dejó por una actriz y siguió dirigiendo para otros estudios.
Una vez consumado su divorcio, en 1917, a Alice Guy no le quedó más remedio que vender su productora Solax, dos años más tarde.
Con su enorme trayectoria y prestigio, fue contratada por otras compañías en diversas áreas pero no como directora. En una de sus últimas posibilidades (antes de optar por retornar a Francia en 1922) Alice Guy trabajó un tiempo para William Randolph Hearst (1863–1951), el afamado periodista, editor, publicista, empresario y político. El magnate fue uno de los más poderosos personajes estadounidenses a quién, Orson Welles (1915–1985), lo retratara impecablemente como Charles Foster Kane en “Citizen Kane / El ciudadano”, en 1941.
EL APAGÓN DE LAS LUMINARIAS
Una vez de regreso en su país natal tuvo que afrontar otra terrible realidad: ni el público ni el ámbito del cine francés se acordaban de ella, su trayectoria había caído un abismo total. Era un fin no anunciado ni pensado, pero nunca más pudo ponerse detrás de las cámaras.
A sus 76 años, la Cinemateca Francesa le rindió un gran homenaje a Alice Guy por ser la primera mujer directora de cine en el mundo y cuatro años más tarde, en 1953, recibió el Chevalier de la Legión de Honor, otorgado por el gobierno francés. Hubo más reverencias luego de su muerte: La compañía española de teatro La Recua presento la obra, “Alice a la sombra de las maravillas” en 2012, estreno al que acudió su nieta Regine Blaché. También el documental “Ser natural: La historia no contada de Alice Guy Blaché”, dirigida por Pamela B. Green y exhibida en el Festival de Cannes en 2018. Y además, varios libros donde sus autores insisten en visibilizar la vida y obra de esta mujer con una trayectoria envidiable, inigualable y única.
Estos y otros tributos y homenajes, en mi opinión, no tuvieron el peso necesario para impedir que la historiografía borrara finalmente sus huellas, relegandolas a las estanterías del olvido. Sin embrago, algo de sus rastros fueron rescatados hace menos de veinte años.
Sus actividades en el gremio del cine duraron 24 años, mucho más que sus contemporáneos masculinos que forman parte de la historia de cine.
A lo largo de su vida escribió, dirigió y supervisó entre 700 y 1000 películas, de las cuales aproximadamente existen unas 350, y por suerte hay constancias de su obra en cartas, periódicos y libros de la época.
“Pensé que podía hacerlo mejor… Revistiéndome de valentía, propuse tímidamente al Sr. Gaumont que pensaba en escribir una o dos historias cortas para que mis amigos se divirtieran. Si el Sr. Gaumont hubiera podido ver entonces lo que pasó con mi tímida propuesta, probablemente yo nunca hubiera obtenido el sí afirmativo. Mi juventud, la falta de experiencia, mi sexo, todo conspiraba en mi contra”. Alice Guy
Alice Guy con su primer film “La Fée aux Choux / El hada de los repollos” del 1896, se destaca como la primera cineasta en serdirectora de una película de ficción, basándose en los conceptos de lo que se considera la ficción cinematográfica.
La historia del cine ubica a Georges Meliès como el primer director, no como el primer varón director. El historiador Georges Sadoul tuvo que inventarse la subcategoría de mujer directora con la finalidad de reservar el título de primer director para un hombre. Inclusive -y vergonzosamente- en varios libros la nombran más como secretaria que como directora y le adjudican la autoría de sus películas a otros directores o directores de fotografía, insistiendo en que una mujer no podía haber hecho todo lo que ella logró.
(…) Ella fue pionera en la inclusión de los efectos especiales, usando técnicas de máscara de doble exposición y filmando secuencias en retroceso. En la mayoría de estos filmes, utilizó trucos cinematográficos como la doble exposición del negativo, dándole la vuelta al negativo, etc. Estos trucos o técnicas han sido generalmente atribuidos a Méliès. Sin embargo, Alice Guy fue la primera persona que utilizó sobreimpresiones en “La Navidad de Pierrot”, y recurrió la proyección al revés en “Una casa demolida y reconstruida”. Jugó un papel clave en la producción de las primeras películas sonoras, otro aspecto de su carrera casi siempre ignorada.Méliès figura en la historia del cine como el realizador pionero en la ficción. Y sin embargo la visionaria que entendió las inmensas posibilidades del cine fue Alice Guy, aunque su nombre ha sido injustamente olvidado solo por una razón: ser mujer”. (…) / Enrique Martínez-Salanova Sánchez
HASTA SIEMPRE DE UNA LEYENDA
En 1964 regresó a los EEUU y vivió con su hija Simone en Mahwah, Nueva Jersey, muy cerca de donde estaban sus estudios originales. Allí intentó reclamar y recuperar los derechos de autoría de sus películas pero no tuvo suerte. En aquella época era la compañía la que firmaba las producciones y su nombre legalmente no era válido. Fracasó en reivindicar su nombre y la historia la marginó beneficiando a otros cineastas como Méliès (1861–1938) o el español Segundo Chomón (1871–1929).
“Lo más asombroso de su vida, y lo que la hizo sufrir más en su vejez, fue su desaparición en la historia del cine. Dedicó los últimos 30 años de su vida a buscar sus películas en Francia y EEUU”.
Alice Guy Peters, su tataranieta.
Directora, guionista, actriz, productora y directora de fotografía, Alice Guy murió a los 94 años el 24 de marzo de 1968, en Wayne, New Jersey, EEUU.
En 2012, la Fort Lee Film Commission renovó la lápida de Alice Guy Blaché. El original contenía solamente su nombre y las fechas de su nacimiento y muerte. En el nuevo monumento se destaca que Alice Guy Blaché fue la primera mujer directora de cine, la primera mujer jefa de estudio y la Presidenta de Solax Company, Fort Lee, NJ. Al año siguiente incluyeron a Alice Guy en el Salón de la Fama de Nueva Jersey por sus aportes cinematográficos a la historia.